Otro día vuelvo a despertar abrazado a una niña de 12 años llamada Lara, suena el despertador y abre los ojos, me da los buenos días. Se levanta, se hace la cama y me coloca en el cojín, me da un beso y se va.
Me paso todo el día mirando una pared rosa apoyado comodamente, unicamente cambian los rayos de luz que alumbran la habitación. Hoy Lara llega mas tarde de lo normal y ¡qué sorpresa, trae una osita en su mano! que alegría, ya nunca más estare solo.
Ana Buigues.
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